La creciente inestabilidad política de los paises petroleros y los daños ambientales causados al planeta por el uso de combustibes fósiles, forzaron a los paises desarrollados a buscar una nueva alternativa energética. La alternativa que más fuerza ha tomado ha sido la de los biocombustibles, entre ellos el biodiésel, cuya materia prima es el aceite de palma.
El FMI y el BM, por medio de prestamos y subsidios económicos, han condicionado a los paises en via de desarrollo para que sean éstos quienes suplan las necesidades energéticas de los paises desarrollados, sin tener en cuenta problemáticas como la seguridad alimentaria, el riesgo de las comunidades y los daños ocasionados a la tierra y al medio ambiente en cada una de estas regiones.
Colombia gracias a sus políticas neoliberales ha logrado, en el caso de la siembra de palma africana, destinada principalmente para la producción de biodiésel, ubicarse en el primer lugar de América y el quinto a nivel mundial. Haciendo de la siembra de palma africana un negocio rentable, para unos pocos.
En las plantaciones de palma las empresas palmiculturas promueven la forma de contratación tercerizada, a patir de cooperativas de trabajo asociado (CTA) principalmente, de esta manera el trabajador es considerado como “socio” de la cooperativa, lo que le impide tener derechos sindicales o pago de prestaciones sociales, quedando expuesto a las condiciones de un arduo trabajo sin una salud garantizada ni herramientas para éste.
El boom de la palma africana ha puesto sobre la mesa antiguos temas como paramilitarismo, lucha territorial, desplazamiento, masacres, corrupción, también algunos no tan conocidos como: seguridad alimentaria, condiciones de trabajo, desarrollo sostenible y medio ambiente.
Te invitamos a que pensemos los problemas de la industria y sus repercusiones en la sociedad.