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sábado, 17 de abril de 2010

Ensayo sobre la Minería en Colombia

Un columnista del periódico colombiano El Espectador, en edición 25 de mayo de 2008, expresa en su primer párrafo: “Las prestigiosas vitrinas de joyas de las adornadas calles de Zurich, Londres, París, Nueva York, Dubai y Tokyo, están más relucientes que nunca. Y lo están, no precisamente por los diamantes comprados en Suráfrica, los rubíes traídos de Sri Lanka o los zafiros adquiridos en Cachemira; sino por las exóticas formas logradas con el metal más preciado del mundo, el oro. El mismo que, más reluciente que nunca, tiene saltando de la dicha a los empresarios que en Colombia están dedicados a su explotación y exportación.”[1] Esto en cierto modo hace pensar que la “fiebre del oro” es nueva en nuestro país, un extranjero cualquiera que lee este articulo, creería que Colombia se inicia en la explotación de los minerales, cuando años y años de abusos en lo profundo de la tierra han hecho que nuestros minerales sean conocidos mundialmente, mucho antes de que las ciudades mencionadas anteriormente pensaran siquiera en poseer joyerías.

La minería fue algo que se nos asoció por ley primitiva (la ley del más fuerte) desde la llegada de la Corona Española a territorio americano. La explotación de oro, plata, platino y otros minerales, fue tan significante que logró que en un territorio totalmente poblado de comunidades indígenas, en un abrir y cerrar de ojos, confluyeran todos los mestizajes conocidos hasta el momento que se derivan de la unión entre blancos, indios y negros, estos últimos traídos de lo más profundo del África para realizar el trabajo que los indígenas no podían, o se negaban a hacer, acabar con las entrañas de la madre tierra. Era tanto el horror presenciado por los indígenas sobre el trato que se le daba a la tierra y a sus hermanos africanos, que tuvieron que huir avergonzados a la selva, permaneciendo allá hasta el advenimiento de los años más crudos de la guerra. Los saqueos perpetuados por nuestros colonizadores no solo nos otorgaron años de miseria y esclavitud, sino que también le permitieron construir su imperio.

Tiempo posterior a la independencia, después de que nuestros próceres, financiados por la corona británica y los estados unidos, le ganaran la guerra a España, la situación de la explotación de la tierra en nuestro territorio no cambió mucho. Poco tiempo después de que se conformará la República de Colombia, incluyendo la separación forzosa de Panamá, los extranjeros ya tenían las miras puestas en las zonas ricas en oro que habían dejado demarcado los españoles, el pacifico colombiano. Es así como inician a aparecer multinacionales gringas cuyos nombres sus empleados ni siquiera comprendían, South American Gold, Platinum Company. En 1916 aparece la compañía Chocó-Pacífico. Que quedaría bajo el control de la International Mining Corporation, la cual también controló a la Compañía Minera de Nariño S.A., la Frontino Gold Mines Limited y la Consolidated Gold Dredging Limited. Sus ganancias fueron tales que entre 1948 y 1972, la Chocó Pacífico extrajo metales por valor superior a 196 millones de dólares. Durante 1964, una sola draga remitió a New York 90.000 onzas de platino, mientras las regalías para los municipios escasamente sobrepasaron los ciento cuarenta mil pesos. Algunos sostienen que la Compañía con la explotación de los recursos naturales del Chocó aportó la construcción del Yankee Stadium a Nueva York.

La no sublevación de los habitantes de esta zona y la no existencia de un Nobel de Literatura que expresara en sus obras los abusos cometidos por la International Mining Corporation, tal como lo hizo García Márquez con la United Fruit Company, han acarreado desconocimiento acerca de la situación de abusos y horrores que cometió esta multinacional sobre estos territorios y sus habitantes. Para la fecha en que se acabó la Chocó-Pacífico, cuando ya se había saqueado gran parte de lo poco que habían dejado los españoles y cuando el daño ambiental causado ya estaba hecho, los ojos de los explotadores mineros estaban puestos en otro mineral, el carbón.

En 1976 Carbocol S.A, empresa estatal, e Intercor de Exxon Mobil firman un contrato de asociación para el desarrollo de la zona norte del Cerrejón, contemplando tres etapas: exploración (1977-1980), construcción (1981, 1986) y producción (1986-2009). Este último periodo se prolongará hasta 2034 por acuerdo firmado con el Estado en enero de 1999. Pero las políticas neoliberales introducidas en los 90 acabarían con la representación directa del estado en esta empresa, pues en el año 2000 el gobierno vendió la participación de Carbocol (50%) al consorcio integrado por BHP Billiton plc, Anglo American plc y Glencore International AG, esta última vendiendo luego su participación a Xstrata, una colosal multinacional Suiza y catalogada como la mayor empresa minera diversificada del mundo. Pero no satisfechos con esto, y al observar la rentabilidad y prestigio que aumentaban día a día en el cerrejón, Xstrata compra el 50% restante a Exxon Mobil, convirtiéndose en dueño del Cerrejón Zona Norte, compartiendo utilidades con Glencore y BHP Billinton en el Cerrejón Zona Central.

Así pues, al igual que con el oro el negocio del carbón en Colombia pasa a ser propiedad de inversionistas extranjeros. Pero estas multinacionales no cometerían los grandes errores de los colonizadores y los explotadores de oro, estas son multinacionales serias y distinguidas mundialmente por preocuparse por el medio ambiente, por estar a la vanguardia con las mejores tecnologías y que sus empleados tengan todas las garantías posibles para realizar un trabajo digno de los más altos estándares internacionales. Lo que si no ha cambiado es la política lambona ejercida por el gobierno, ahora llamada “Confianza Inversionista”, que abre las puertas del país y literalmente la tierra, para que todo aquel que tenga dinero ponga a producir nuestros territorios, sin imponer mayores sanciones a los malos manejos de los suelos, a la contaminación y al aumento de desigualdades en estas zonas.

El Cerrejón ha aportado mucho al desarrollo de nuestro país: La guajira aumentó su ingreso per-cápita y el crecimiento del PIB anual, sus exportaciones representan el 5% de exportaciones de todo el país, ha colaborado en el desarrollo institucional por sus aportes al ISS, EPS, Caja de Compensación Familiar, ICBF, SENA. Sus empleados poseen grandes beneficios, por esto algunos municipios aledaños han bajado su índice de Necesidades Básicas Insatisfechas y se han visto beneficiadas por sus fundaciones. Pero esto no ha sido suficiente, la pobreza y la desigualdad siguen siendo una variante importante en la zona de la Guajira, incluso en los alrededores del Cerrejón. Igual como sucede en las zonas de explotación minera en todo el país.

El mal manejo del gobierno sobre los espacios de concesión ha llevado a un molesto y continúo proceso de relocalización de comunidades, que aunque es plenamente compensado con dinero y viviendas, no se pueden evitar los trastornos culturales y de costumbres adquiridas, mas aun sabiendo que la mayoría de estas personas son indígenas. Se presenta también poca participación nativa en el aspecto laboral, los indígenas que laboran en el Cerrejón solo representan el 1% de la totalidad de los trabajadores, mientras representan el 30% de la comunidad total del departamento. Ha habido incremento de polvo, ruido, gases. La flora y la fauna han sido desplazadas paulatinamente, y algunos pobladores se han quejado de efectos nocivos y de un avanzado deterioro en la cuenca del rio Ranchería, perjudicando a comunidades que enteramente se habían dedicado a la pesca.

El carbón es el caso más esperanzador. El negocio de las Esmeraldas ha tenido episodios oscuros ligados al control de tierras y minas por parte de grupos paramilitares y de ahí todas las consecuencias sociales que eso conlleva. En general la minería nunca ha dejado de estar en pocas manos, nunca ha abandonado del todo su sistema feudal y esclavista, ha abierto más las brechas de desigualdad en las comunidades y como todas las políticas económicas de este gobierno, ha concentrado la riqueza en muy pocas manos.

Por esto y otros grandes casos de abusos del sector minero sobre la población, el ingeniero Jaime Salas Bahamón, experto en Ingenieria Ambiental, recomienda que “Es importante generar conciencia en los ciudadanos para que incrementen las veedurías a las empresas, se maximice la transferencia de tecnología y conocimiento hacia el país, y se incentive y resalte la gestión social y ambiental de las empresas”[2].



[1] Bohórquez, Edwin. “Colombia: Mina de Oro en Potencia”, El Espectador, 2008, en http://www.elespectador.com/impreso/articuloimpreso-colombia-mina-de-oro-potencia consulta de febrero 20 de 2010

[2] Salas, Jaime Ernesto. El Cerrejón y sus Efectos: Una Perspectiva Socioeconómica y Ambiental”, Biblioteca Luis Ángel Arango, 2004 en www.lablaa.org/blaavirtual/tesis/.../elcerrejonysusefectos.pdf consulta de febrero 20 de 2010

1 comentario:

  1. es muuy sustancioso pero no se centra tanto en la mineria actual que es lo que necesito

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